Aunque es bien sabido que las japonesas cuidan muchísimo su piel gastando al año una importante cantidad de dinero en productos cosméticos para el rostro, la inversión en perfumería es muy diferente suponiendo menos del 1% del total de ventas del sector belleza.
¿A qué se debe esto? La respuesta es simple, a los japoneses no les gustan nada las fragancias intensas o marcadas que para ellos supone enmascarar el olor corporal y que les resultan demasiado fuertes para su perceptivo y sensible sentido del olfato.